Lista de contenidos
- La semilla de cannabis
- Las raíces del cannabis
- El cuello de la raíz
- Tallo y nudos del cannabis
- Las hojas y peciolos del cannabis
- Las flores o cogollos de cannabis
- Los tricomas del cannabis
Al hablar de cannabis, sin duda la parte de la planta que más atención acapara son las flores. Así, es fácil quedar prendado de los aromas de los cogollos y pasar por alto el resto de la planta, constituida por muchas otras partes, cada una cumpliendo una función indispensable para el buen desarrollo y maduración de nuestras tan apreciadas flores.
Como sabéis, en Alchimia somos de la opinión que cuanto mejor y más amplio sea el conocimiento que tenemos sobre el cannabis, mejores resultados obtendremos el día de la cosecha, por lo que hoy os invitamos a observar la planta con algo más de profundidad y conocer mejor todas y cada una de sus distintas partes.
La semilla de cannabis
Para muchos de nosotros, todo empezó al germinar la primera semilla que compramos, nos regalaron o encontramos en un cogollo. Veamos pues con algo más de detenimiento la anatomía de una semilla de marihuana.
Una semilla sana y madura debe tener una forma entre redonda y ovalada, con un extremo en punta y el otro plano. Su capa exterior o cáscara es rígida y dura al tacto para evitar que la semilla pueda chafarse o romperse con facilidad. Una especie de junta separa las dos mitades de la cáscara (también llamada pericarpio), formando una corona (como una especie de pequeño cráter) en el extremo plano de ésta, que funciona como una bisagra cuando la semilla se abre al germinar.
Dependiendo de la genética, el tamaño de las semillas puede variar considerablemente, oscilando entre las más pequeñas (unas 800 semillas por gramo) y algunas realmente monstruosas (15 semillas por gramo). Lo mismo sucede respecto al color y atigrado que presentan; según genéticas, la semilla puede pasar de un color ocre claro sin apenas atigrado a un color marrón oscuro con un atigrado abundante. Este curioso patrón de color negro que presentan muchas semillas es único en cada una, y es causado por una fina capa de células que puede desprenderse con facilidad (sin que afecte al poder germinativo de la semilla).
Dentro de la semilla encontramos, por supuesto, el embrión de la planta, que permanece latente y con todo lo necesario para prosperar a la espera de que se den las condiciones de humedad y temperatura propicias para que se active el proceso de germinación de la semilla. Encontramos también la radícula, que al salir de la cáscara se convertirá en la raíz principal de la planta, y los cotiledones, el primer par de hojas – redondeadas – que produce la planta y que contiene suficientes reservas de macro y micronutrientes para asegurar el desarrollo temprano de la plántula. El tallo crece entre los cotiledones y termina en la zona apical, es decir, el brote o punta por donde la planta continuará su crecimiento vertical.
Las raíces del cannabis
Al germinar una semilla de cannabis, lo primero que emerge de la cáscara abierta es la radícula, que comenzará a crecer hacia abajo en busca de humedad y nutrientes, colonizando así el sustrato. El sistema radicular tiene principalmente tres funciones; por un lado, ancla la planta al suelo. Por otro, se encarga de proveer a la planta con agua y nutrientes y, por último, almacena azúcares y almidones producidos durante la fotosíntesis. Así, de una cosa podemos estar seguros: una planta sana depende en gran medida de unas raíces sanas!
Las raíces suelen clasificarse en tres tipos: primero, la raíz principal, que crece recto hacia abajo y representa la parte subterránea del tallo, de la cual emergen las raíces fibrosas, el segundo tipo. Éstas se expanden horizontalmente formando un sistema de más o menos el mismo tamaño que la parte aérea de la planta. Finalmente, las raíces adventicias son aquellas que no nacen de la raíz principal sino de otras partes de la planta, como el tallo. Estas son las que vemos al enraizar esquejes de cannabis y que permiten así su reproducción asexual.
De esta forma, y mientras las plantas de semilla desarrollan una raíz principal de la que surge un sistema de raíces fibrosas, en el caso de los clones empezamos con una serie de raíces adventicias que emergen del tallo que darán lugar después a un sistema radicular fibroso. En cualquier caso, es necesario un correcto equilibrio entre aire, temperatura y humedad para que las raíces crezcan sanas, blancas y fuertes, con multitud de finos pelos absorbentes.
El cuello de la raíz
La parte de la planta donde las raíces y el tallo principal se unen es comúnmente conocida como copa o cuello de la raíz, en ocasiones también como cuello de la planta. Se trata de una parte vital para la planta, la linea separatoria entre el crecimiento vertical hacia arriba o hacia abajo, donde el sistema vascular cambia de las raíces al tallo, y una de las partes de la planta con mayor actividad en cuanto a división celular.
Esta zona se sitúa muy cerca de la superficie del sustrato, donde la aireación es máxima. A menudo, al transplantar, se entierra el cuello de la planta para favorecer el crecimiento de raíces adventicias a lo largo de la parte del tallo que queda enterrada. ¡Una buena manera de tratar las plántulas que se han estirado demasiado y cuyo tallo crece débil y con tendencia a doblarse!
Tallo y nudos del cannabis
El tallo de la planta de cannabis es, entre otras cosas, la parte de la planta que la mantiene erguida y que soporta la mayor parte de su peso. Además, contiene el sistema vascular, que se encarga de distribuir el agua y los nutrientes desde las raíces y hacia todas las partes aéreas de la planta a través del xilema, mientras que el floema transporta los azúcares y almidones producidos por la fotosíntesis hacia el sistema radicular. El floema – también llamado líber – es la parte de la planta que se aprovecha como fibra para cuerdas, tejidos, etc.
El tallo, que puede ser hueco, se divide en secciones delimitadas por los nudos, de donde emergen las ramas laterales. El espacio entre nudo y nudo se conoce como distancia internodal, y varía según genética y condiciones de cultivo. Dicha distancia suele ser mayor en las variedades Sativa, mientras que las Indicas crecen de manera más compacta, con menor distancia entre los sucesivos nudos. Normalmente, los nudos crecen en parejas, simétricamente, aunque esta simetría se pierde al comenzar la floración de las plantas.
Los nudos son también donde se forman las primeras preflores, así que son a menudo controlados por el cultivador para distinguir entre marihuana macho y hembra una vez empieza la floración de semillas Regulares. En la zona de los nudos pueden verse también las estípulas, unas pequeñas estructuras alargadas en forma de lanza que no deben confundirse con las preflores.
Los nudos son las zonas de la planta donde se produce la mayor parte del crecimiento y hormonas de la planta. Por ello, siempre se recomienda enterrar al menos un nudo al enraizar esquejes, de manera que la producción de hormonas de enraizamiento naturales o auxinas sea mayor y, por lo tanto, mayor también el desarrollo de raíces en las células indiferenciadas del meristema, en el nudo enterrado.
Las hojas y peciolos del cannabis
Las hojas de la planta de cannabis son palmadas, con forma de mano abierta y múltiples partes, desde 3 a 13 foliolos aserrados (con los bordes en forma de dientes de sierra). Normalmente, las variedades Indica producen hojas de color verde oscuro con foliolos más cortos y anchos que las Sativas, que suelen tener foliolos mucho más finos y alargados y de un color verde más claro.
Por supuesto, pueden encontrarse otras curiosas formas como las de la variedad Ducksfoot, con sus foliolos que recuerdan a pies de pato, aunque no es norma común. Las variedades automáticas tienden a producir hojas más pequeñas, y aunque depende en gran medida de la genética, suelen guardar más parecido con las de las genéticas Indica o con muchos híbridos.
Una vez en floración, encontramos hojas grandes, que nacen separadas de las flores y sin apenas resina en ellas (y que suelen desecharse), y las hojas que nacen en los cogollos, que sí tienen una cantidad de tricomas considerable y que suelen emplearse para la elaboración de extracciones de resina.
A medida que la planta crece, cada nuevo par de hojas tiene un mayor número de foliolos, de manera que normalmente vemos hojas de un solo foliolo justo encima de los cotiledones, seguidas por hojas de tres, cinco, siete y hasta el número final de foliolos que dicte su genética. Los foliolos se unen en la base de la hoja en un punto llamado raquis, desde donde nace el peciolo que la une al tallo principal o rama. El color y longitud de los peciolos puede variar según genética, aunque los peciolos de color púrpura se asocian en ocasiones a una deficiencia de fósforo.
La función de las hojas grandes es la de actuar como panel solar y aire acondicionado para la planta, con la superficie o haz (más oscura) produciendo energía vía fotosíntesis y el envés (mas claro) regulando procesos internos a través de los estomas, pequeños poros que absorben CO2 del ambiente para la fotosíntesis y que al mismo tiempo liberan agua y oxígeno. Los estomas se cierran durante la noche para conservar la humedad, mientras que durante el día se van abriendo y cerrando según las necesidades de la planta, buscando el equilibrio entre los niveles internos de agua y las condiciones climáticas externas, de manera que las funciones metabólicas se realicen correctamente. El sistema vascular se extiende a lo largo de los foliolos en lo que suele llamarse nervios de las hojas.
Las flores o cogollos de cannabis
El cannabis es una planta dioica, lo que significa que los machos y hembras tienen órganos propios en plantas distintas. A no ser que nos planteemos realizar algun trabajo de breeding y conseguir semillas, no es conveniente cultivar los machos hasta su madurez. Así, es necesario saber distinguir correctamente entre flores o plantas macho y hembra en el cultivo lo antes posible y aunque se usen semillas feminizadas, y es algo más fácil de lo que pueda parecer.
Las plantas macho de cannabis (estaminadas) desarrollan estambres con anteras, que producen el polen que, gracias a los insectos y principalmente al viento, polinizarán las plantas hembra (pistiladas), que producirán las semillas. El polen masculino se almacena en unas pequeñas bolas de forma ovalada que forman racimos en los nudos y que se abren al madurar, revelando cinco estambres que producen el polen. Una vez maduros, los machos suelen morir pronto, habiendo producido muy poca cantidad de cannabinoides y terpenos.
Las flores hembra estan compuestas por racimos de brácteas, a las que a menudo los cultivadores se refieren como cálices. Cada una de estas brácteas contiene el ovario y el pistilo o estigma, que actúa como receptor del polen en suspensión. Una vez el grano de polen toca el estigma, éste se transporta por el tubo polínico hasta el ovario, donde se fecunda y se formará la semilla, llenando por completo la bráctea al madurar. Los pistilos suelen marchitarse al haber cumplido su función (también en caso de no haberlo hecho pero al alcanzar cierta madurez). Las semillas suelen formarse en unas 4-6 semanas desde la fecundación.
Tras la polinización, la hembra destina sus energías a la producción de las semillas en detrimento de la resina y sus contenidos, por lo que una planta totalmente polinizada producirá siempre menos cannabinoides y terpenos que en caso de no haber sido polinizada. Por ello los cultivadores se esfuerzan tanto en conseguir cosechas sin una sola semilla, sin olvidar el desagradable sabor que éstas tienen al quemarse!
Los tricomas del cannabis
Si bien los botánicos no acaban de ponerse de acuerdo sobre la verdadera función de los tricomas producidos por las plantas de cannabis, muchos están de acuerdo en que pueda tratarse de una protección para la flor y la semilla. Otras teorías, como la protección frente a los rayos UV, frente a los insectos o las temperaturas extremas están a su vez sobre la mesa, aunque como decimos no hay acuerdo total entre los investigadores.
Podemos dividir los tricomas del cannabis en dos grandes grupos: glandulares y no glandulares. La principal diferencia, por supuesto, es que unos desarrollan una cabeza glandular al final del pie del tricoma (más comunes en las flores), mientras que otros tienen aspecto de finos pelos y se desarrollan primordialmente en tallos, hojas y peciolos. Los tricomas glandulares poseen unas células secretoras en su base que producen los distintos compuestos hallados en la resina, como cannabinoides y terpenos. La zona de absición, justo debajo del disco de células secretoras de la cabeza, une la misma al pie del tricoma.
Los tricomas glandulares se dividen a su vez en tres grupos: bulbosos, que son los menos numerosos y los más pequeños; capitados sésiles, con una cabeza de mayor tamaño y un pie muy corto, apenas visible; y capitados entallados, que son los más numerosos y los más grandes, con cabezas de entre 50 y 150 micras y un pie de tricoma que, aunque varía según la genética, suele ser bastante largo, dando aspecto al tricoma de seta o chupa-chups.
A medida que la floración avanza y la planta va madurando, los tricomas secretan más y más compuestos, que se almacenan en el interior de la cabeza glandular.
Así, su color va del transparente (tricoma inmaduro) al ámbar (tricoma maduro), pasando por el color lechoso que muchos esperan para cosechar sus plantas. El momento de la cosecha varía en función de la genética y, por supuesto, de gustos personales. Podéis consultar nuestro artículo sobre cuándo cosechar en función de los tricomas para tener más información.
Hasta aquí este resumen de las distintas partes de la planta de cannabis, esperamos que un mayor conocimiento sobre ella nos ayudará a obtener mejores cosechas… ¡el conocimiento es poder!
¡Felices cultivos!